El Excelentísimo Club Taurino de Bilbao acogió un multitudinario coloquio con el matador de toros Sebastián Castella, quien repasó su trayectoria y compartió su visión sobre la tauromaquia ante una afición que llenó por completo el salón de la entidad. Al acto, moderado por Paula González y presentado por Juan Manuel Delgado, presidente del club, acudió mucha gente joven de las encartaciones y del colegio mayor Belagua de la Universidad de Navarra, y permitió conocer más de cerca al torero francés, que el próximo mes de agosto cumplirá veinticinco años de alternativa.
Durante su intervención, Sebastián Castella recordó sus inicios y su decisión de trasladarse a España desde su Beziers (Francia) natal con el objetivo de “vivir en torero”. En su primera etapa en activo, afirmó haber estado condicionado por la búsqueda constante del triunfo, lo que no siempre le permitió desplegar el toreo que anhelaba. Su retirada temporal supuso un acercamiento al mundo de la pintura, disciplina en la que encontró una vía de expresión artística antes de su reaparición en la plaza de toros de Manizales (Colombia). Según explicó, este regreso estuvo motivado por la voluntad de rendir homenaje al maestro Paco Camino, quien también reapareció en la capital caldense.
El diestro destacó la importancia de la plaza de toros de Las Ventas en su carrera, escenario en el que ha conseguido abrir seis veces la puerta grande. En cuanto a Bilbao, reconoció que hasta el momento no ha logrado cuajar un toro que le permita alcanzar este mismo logro en Vista Alegre.
Durante el turno de preguntas, Sebastián Castella abordó su relación con el miedo antes de cada tarde de toros, señalando que establece un proceso de asimilación que le permite imponerse a la presión antes de iniciar la lidia. Asimismo, destacó el sentido de la responsabilidad con el público y con el toro como elementos fundamentales en su desempeño profesional.
El acto concluyó con una última pregunta sobre si había logrado la faena de su vida. Sebastián Castella respondió que no y añadió que así debía ser, ya que en el toreo no hay nada más importante que seguir soñándola.