-¿Cómo fue su acercamiento al mundo del toro?
-Mis inicios como torero fueron por mi padre, me empecé a aficionar por él. Entré en la escuela, después fui becerrista, novillero sin caballos, con caballos… Toda mi vida el toro ha sido el centro.
-¿Qué recuerdos tiene de su paso por la Escuela del Batán?
-Esa época es la mejor. Uno empieza con todos esos sueños, con toda la inocencia. Viví la época dorada de la Escuela con novilleros funcionando como Luis Miguel Encabo, Uceda Leal, Cristina Sánchez y luego teníamos el espejo de Joselito que ya era figura y había salido del mismo lugar que nosotros. En ellos veíamos lo que soñábamos.
-¿Cómo llegó la alternativa en San Isidro?
-De novillero tuve ambiente pero las lesiones me frenaron mucho. Tuve una buena actuación en Madrid en mi tercera temporada como novillero y Corbacho consideró que estaba preparado. La tomé unos meses más tarde, en la feria, con Joselito y Víctor Puerto, con una corrida de Partido de Resina. Hice un esfuerzo porque me había roto el peroné unas semanas antes.
-Cuando anunció que cambiaba el oro por la plata, muchos pensaron que tenía que ver con un problema contractual con su anterior apoderado. ¿Qué le llevó a dejar el toreo como matador?
-Las cosas son como son. No le puedo echar la culpa a nadie, ni tampoco quiero hacerlo. La falta de contratos, las propuestas indignas, el amor a la profesión que siempre ha estado ahí. Estaba convencido de que en esta nueva etapa, a lo mejor, podía alcanzar un puesto en las grandes ferias. Lo tomé con naturalidad y humildad.
-¿Notó el calor de la profesión?
-Sí. El primero que me llamó fue Paulita, debuté con una corrida de Miura en Ceret (Francia). Antes de eso toreé una novillada que me proporcionó Ángel Gómez Escorial y me vino bien para romper el hielo. Después he toreado con los hermanos Adame, con Manolo Sánchez en su reaparición de Valladolid, con Álvaro Lorenzo, con Ángel Sánchez, con Francisco de Manuel y algunas tardes con El Juli y Talavante.
“A la nueva hornada de toreros de plata le diría que se fije en los compañeros. Cuanto más se ayuda al compañero, mejor sale la lidia”
-¿Ha sido difícil cogerle el aire a la profesión?
-Considero que no es fácil hacer las cosas para convencer a los matadores. Lo que haga delante del toro es lo que me va a valer. Da igual lo que haya conseguido antes. Quiero suplir mi inexperiencia con humildad y con la intención de mejorar.
-¿Cómo fue hacer el paseíllo en su plaza, en Las Ventas?
-Raro. Es la plaza en la que más he toreado. Cuando oyes los clarines te sientes responsabilizado porque te recuerda a la presión que tenías como matador. También de banderillero me he sentido arropado por Madrid.
-¿Qué les exigía a sus banderilleros en su época de matador?
-Les pedía que hubiera un orden en la lidia. Eso mismo me exijo yo a mí. Los capotazos que sean necesarios pero en la medida justa para que sea a favor del toro y del torero. Que gracias a mi colocación evite dar ese capotazo que sobra o se le de si hace falta para fijarlo.
Fotos: ARJONA
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