La temporada huele a pan nuevo. Sucede cada año. Llegado el Domingo de Resurrección se cuelgan pecados y capirotes, se alumbran los colores de la vida, se reaniman las ilusiones, apetecen los toros y vuelven a abrirse los grandes escenarios. Sevilla y Madrid compiten en día tan señalado. Lujo consagrado en la Maestranza; una ceremonia de iniciación, una puerta abierta a la esperanza en Las Ventas. Dos formas diferentes de oficiar el misterio del toreo. Desde el poder y desde la bancada de los aspirantes al poder. Compro las dos. Juli, Manzanares y Roca, frente a Galván, Ortega y Aguado, parece duelo desigual pero no apuesten, el toreo siempre estuvo abierto a lo impredecible. En esa posibilidad radica el futuro. Si hubiese que proclamar vencedores, rezo por la sorpresa.
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