Si al maestro madrileño lo vimos de crío acaparar la atención de tirios y troyanos, algo parecido le ha sucedido a este joven salmantino, hasta el punto de poner corolario a su trayectoria de novillero y dar el paso al doctorado en los mismos escenarios y con las mismas responsabilidades.
De todas las cornadas que ha sufrido, la que más le dolió debió de ser la que sufrió en 2007 por parte de los empresarios. El cambio en su administración tuvo el coste de un vacío contractual del sistema que no hizo sino estimular su ambición por ser la figura que ha llegado a ser.
Todo menos achantarse. Que los supremacistas de la izquierda ningunean a la tauromaquia privándola de los premios que realzan sus virtudes, pues se le contesta creando otros con el apoyo de quienes respetan la diversidad de criterios.
Valencia facilita hasta seis paseíllos y Castellón, por gentileza de la empresa, ofrece tres más. Que cunda el ejemplo, otra cosa es interrumpir el ciclo de formación, arrojar frustración al paro.
En las próximas Fallas de Valencia, el torero de Benimaclet asume el reto de lidiar los santacolomas de La Quinta el día de San José y mano a mano con el triunfador de 2024
Va a ser muy difícil que la torería emergente de esta tierra tenga oportunidad de mantener encendido el fuego de notoriedad tan necesario cuando se habla de chavales que tienen imperiosa necesidad de darse a conocer.
Al haber confiado la mayoría de los toreros la defensa de sus intereses a los empresarios, se han convertido, sin pretenderlo -o sí-, en asalariados.
Su carrera, que si bien es cierto que ha tenido altibajos producto de haber iniciado tardíamente tan compleja profesión, hay que reconocerle que ha hecho gala de una personalidad singular.
No se trata de aportar economía, que también, se trata de dar visibilidad a una tragedia que nos amarga a todos.
La fórmula del apoderado clásico, independiente y con criterio -caso de la casa Lozano- le viene a la medida a Luque y muy bien al toreo en general.
