BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS
Manzanares en una larga afarolada. Foto: ViguerasManzanares en una larga afarolada. Foto: Vigueras

Tarde de hogueras sin apoteosis

José Luis Benlloch
domingo 23 de junio de 2024
Manzanares corta la única oreja de la tarde y Roca Rey se va de vacío de Alicante

Arde Alicante en la calle y en la plaza. Arte en los monumentos y arte en la arena, cada cual lo hace a su estilo: luminoso Manzanares en su casa; explosivo Roca, ambos sin toros y sin espada; elegante y retador Luque; sorprendente el niño Marcos; leal el público y eficaz la gestión. Ese ha sido el guion de la feria hasta ahora. Ayer hubo ambiente de fiesta grande, no se recordaba tanta prisa en agotar las localidades ni más ilusión previa. Luego en el momento de la verdad hubo más toreros que toros y no es la mejor combinación. Suele ocurrir cuando se pretende aquilatar tanto el grado de dificultad. Se lidiaron ejemplares de Daniel Ruiz, Jandilla y Victoriano del Río. La única oreja de la tarde la cortó Manzanares en el tercero, aunque su momento importante llegó en el toreo al natural al quinto con el que luego falló a espadas (¿) privándose de la puerta grande. Lo mejor de Roca llevó la marca del arrimón y los alardes. En el balance general, todo fue menos de lo que se esperaba. Y una idea que lo resume todo: no hubo apoteosis final y a una tarde de toros en Alicante sin apoteosis final siempre le faltará algo.

Los festejos mayores arrancaron el viernes con un encierro noble y muy toreable de Zacarías Moreno en el que lo más destacado, en información de Pepe Sánchez Robles, corrió a cargo de Daniel Luque que confirmó su momento de máxima plenitud. Cuajó series de “extrema lentitud y gran expresión artística”. Lo logró con una mano y otra, en lo fundamental y en lo ornamental en ambos toros. Oreja y oreja y la consiguiente puerta grande. Sus compañeros de terna, Castella y Talavante, anduvieron con oficio.

Un prodigio

El primer capítulo de los festejos mayores tuvo como argumento principal la presentación del penúltimo niño prodigio del toreo, Marco Pérez. No defraudó. Un charro menudo, despierto y comunicativo que pisa el ruedo con una seguridad impropia al que le brotan todos los automatismos del toreo con una naturalidad asombrosa. En realidad, un maestro en el cuerpo de un niño y naturalmente impactó. Cortó dos orejas y pudo cortar otras tantas si el presidente y la espada no se le hubiesen cruzado en el camino. En el toreo no caben las profecías para otra cosa más que para errar, pero se vislumbra un gran torero. Más allá del efecto que provoca su cuerpo de niño y su desparpajo (el enfado con el presidente fue excesivo, debería contenerse) todo se sostiene con conocimiento de los terrenos y capacidad para resolver las situaciones más dispares, es decir cabeza, y decisión ante los oponentes, es decir corazón. En los dos oponentes, el segundo con hechuras y edad de toro dio la talla y buscó el triunfo sin desfallecer que es otra de las virtudes que deben acompañar a los grandes.

Daniel Luque exhibe su plenitud artística y abre la puerta grande. Impacta Marco Pérez, un maestro en el cuerpo de un niño

Seguramente habrá disparidad de criterios, pero con la suerte siempre imprescindible en el toreo, hay figura. Completaban el cartel dos jóvenes alicantinos, Kevin Alcolado, que le acompañó en la salida a hombros tras una actuación en la que la falta de oficio la compensó con decisión y buenas maneras y el alumno de la escuela de Alicante Javier Cuartero, que también apuntó un buen concepto y cortó una oreja. Se lidió una excelente novillada de Fuente Ymbro, calidad y bravura, completísimos el primero, interesante el segundo, una máquina incasable de embestir el tercero… y así hasta el final.

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