El primero de Victoriano del Río, algo montado por delante, salió algo abanto, bravo en dos varas y un poco blando. Su bravura fue precisamente lo que le permitió superar su blandura para seguir la muleta con ritmo y nobleza por abajo. Castella administró este capital con su soltura habitual en varias series encajadas y templadas, redujo los terrenos al final y mató de entera algo trasera y de efecto lento. Oreja algo protestada se supone por la demora del toro en caerse. Palmas en el arrastre.
El cuarto, bragado y cuajado, salió algo suelto del capote de Castella que lo fijó por lances genuflexos. Cumplió en el caballo. Sin llegar a tener tanta transmisión como el precedente, el victoriano tuvo mucha profundidad y ritmo en sus embestidas, sobre todo por el pitón izquierdo. Muy buen toro. Castella le echó mucho sentimiento a sus pases naturales, largos y templados, dándole al toro el tiempo que necesitaba para que ambos pudieran seguir creando belleza. Se adivinaba un triunfo de clamor pero Castella se atascó espada en mano, escuchando un aviso. Ovación en el arrastre. Vuelta para el torero.
El segundo, un colorado más cuajado, salió abanto sin fijarse mucho y estuvo a punto de atropellar al matador que se libró saltando las tablas. Peleó en dos varas y llegó a la muleta con más temperamento que ritmo y nobleza. Sin embargo, a base de exponer e insistir, Emilio de Justo consiguió muletazos profundos cuando el de Victoriano empleó su temperamento por abajo, aportando a la faena la emoción que siempre surge de una pelea. Faena de altibajos pues, pero de mérito por parte del torero que pinchó antes de dejar una entera que tardó en hacer efectos, con lo cual se pitó.
El quinto salió abanto y algo informal en sus embestidas, pero bravo en dos varas. Tampoco se definió en la brega del segundo tercio aunque humilló por el pitón izquierdo. Sin embargo Emilio de Justo apostó y lo brindó al público. El toro tuvo dos virtudes: su movilidad por el pitón derecho, aún sin profundidad, y su humillación por el izquierdo. De Justo aprovechó las dos, realizando lo mejor por naturales. El final por manoletinas ajustadas fue muy aplaudido. Se tiró recto a matar y pinchó en lo alto antes de dejar una entera, pinchar repetidamente con el descabello, escuchar dos avisos y algunos pitos.
El tercero se centró pronto en el capote de Rufo, que lo recibió por delantales ajustados. Muy bravo en una primera vara larga, empujando con todo, y bravo también en la segunda donde lo cuidaron más. El de Victoriano embistió tres tandas por abajo con mucha profundidad y ritmo sobre el pitón derecho, colocando la cara y rebozándose con mucha transmisión. Rufo las aprovechó con aplomo y soltura. Por el izquierdo hubo una en el mismo tono aunque con menos continuidad. Rufo remontó el nivel de la faena acortando distancias y rematando por luquecinas. Mató a la primera de entera algo delantera y baja de efecto inmediato. Dos orejas. Vuelta al buen toro de Victoriano. El ganadero salió corriendo detrás del arrastre, camino del desolladero…
Sin tener la calidad del tercero y del cuarto, el último se dejó pegar pases. En busca de una tercera oreja, sinónima de Puerta de los Cónsules, Rufo no escatimó esfuerzos y se trabajó la faena acoplándose a las circunstancias, lo que el generoso público nimeño le agradeció. Pinchó entrando recto antes de dejar una casi entera haciendo la cruz -algo bastante inaúdito por los tiempos que corren- y cortó la oreja. Palmas en el arrastre.
Nimes (Francia). Domingo, 19 de mayo de 2024. Toros de Victoriano del Río, bien presentados; el tercero, premiado con la vuelta al ruedo, sobresalió, también el cuarto, dentro de un lote que tuvo transmisión. Sebastián Castella, oreja y vuelta al ruedo; Emilio de Justo, pitos y pitos tras dos avisos; y Tomás Rufo, dos orejas y oreja. Entrada: Lleno.