PLAZA REAL

Un entregadísimo y sincero Talavante descerraja la puerta grande en El Puerto

Juan Luis Adrada
sábado 27 de julio de 2024
Tarde intensa la vivida en El Puerto con dos partes diferenciadas: una primera más fácil y de toreo más estético y una segunda que saca el lado más técnico y entregado de los toreros; Ventura y Aguado perdieron la puerta grande por las espadas y a Talavante la robaron la segunda oreja del quinto. Importante labor de los actuantes ante un encierro que no lo puso fácil

La temporada taurina de El Puerto se abre camino con una corrida mixta de alto nivel. Acostumbrados en la vorágine veraniega a que la temporada taurina de este singular rinconcito del sur como lo es El Puerto de Santa María arranque ya entrados en agosto, este año, su empresario Carlos Zúñiga hijo ha decidido arrancar este último fin de semana de julio y lo hizo con un cartel con diferentes atractivos para paladares diferenciados, o para aquellos que saben disfrutar con conceptos diferentes. Hacían el paseíllo la máxima figura del rejoneo contemporáneo, Diego Ventura, que dio cuenta de dos toros de Los Espartales, y a pie veremos a Alejandro Talavante y a Pablo Aguado lidiando toros de El Parralejo. Sin duda, y sobre el papel, un cartel que reúne las suficientes cositas como para pensar que puede ponerse alto el listón para el resto del abono. Es de destacar que, tras finalizar el paseíllo, se guardó un minuto de silencio en señal de respeto por el fallecimiento de Pepe Luis Vázquez y, tras este, sonó también el himno nacional.

Fácil y con recursos anduvo Diego Ventura con el toro que abría plaza en El Puerto. El toro, con volumen pero con excesiva cara, no dio excesivas facilidades más que cuando rondaba cercanías de tablas, que sí que galopaba tras las cabalgaduras pero no tuvo continuidad. Diego anduvo sobrado en un tercio de banderillas cubierto con Nómada, con el que cubrió con sobradísima facilidad, y con Nivaldo, con el que intentó algo más de espectacularidad pero no la encontró debido a la sosería del de Los Espartales. Remató con cortas y un excelente par a dos manos montando a Guadiana, sobre el que también clavó un gran rejón de muerte tras un pinchazo. El público, algo frío, premió con una ovación la actuación del de La Puebla.

Un auténtico lío es lo que formó Diego Ventura con el cuarto de la tarde, un toro que ayudó algo más que su hermano en el primero pero sin andar sobrado de cualidades dado que le faltaba ese puntito de hacer hilo con los caballos para poner la chispa que faltaba. Aun sí, Diego, tanto con Lío, que se dejó llegar al toro hasta límites insospechados, como con Bronce, con el que dejó incluso un banderilla montando sin cabezada, despachó su actuación calentando sobremanera los tendidos. Cerró con Guadiana nuevamente colocando tanto cortas como rosas en un carrusel sin cuartel. Toda una obra de dos orejas a todas luces que se quedó en una por el uso del descabello. Se hizo notar en el rostro del rejoneador su descontento porque era consciente del triunfo que tenía entre manos, tendrá que esperar a su segunda tarde en este mismo coso, pero lo hecho ahí queda en una tierra donde gusta y se entiende de caballos.

En el primero de lidia a pie, segundo de la tarde, toro con el hierro de El Parralejo, Alejandro Talavante anduvo inspirado y haciendo el buen toreo. Jimío, que así se llamaba, rompió a embestir con más claridad tras el puyazo y Talavante supo aprovecharlo. Firmó un bonito quite por chicuelinas rematado con una larga a una mano y, tras brindar al cielo, entendemos que rindiendo honores a Pepe Luis Vázquez, arrancó sin mover las zapatillas del albero, muleta montada, dejando un manojo de muletazos de gran inspiración. Tras esto, se echó la muleta a la mano izquierda y toreó con excelente gusto. Alternó las manos y no se excedió de faena. Breve y bueno dicen que vale por dos, y así fue. Cerró con un buen espadazo muy levemente desprendido y cortó la primera oreja de la tarde.

Cantamañanas tuvo lo suyo y hubo emoción durante su lidia. Un toro con más cara que sus hermanos que planteó importantes dificultades desde banderillas poniendo en serios apuros a Manuel Izquierdo, que perdió pie a la salida de su par y a quien no dudó el toro en buscar cuando lo tuvo a tiró, con la suerte de no llegar a herirle. Javier Ambel expuso en sus dos pares y ambos se vieron obligados a saludar una gran ovación. Alejandro puso todo, entrega desmedida con un toro que medía, que pulseaba el valor del torero y tanteaba sin llegar nunca a salirse de la muleta. Arrancó de rodillas, se le venció, insistió y expuso todo lo que tuvo. No sonó la música pero la faena tuvo los sones de la emoción. Intensa en todo momento. Tampoco se alargó en exceso. Le puso los muslos en la cara al toro, toreó tirando la ayuda al albero y, tras una certera estocada se quedó incomprensiblemente con una única oreja ante la mayoritaria petición de la segunda; le abría la puerta grande, sí, pero merecía las dos.

Si Farandulero llega a durar un puntito más, a buen seguro estaríamos cantando un faenón de Pablo Aguado. No lo fue, pero sin duda dejó momentos de incuestionable torería. Ya con el capote lo cantó, tanto en el toreo a la verónica como en el quite por chicuelinas, el toro tenía la fuerza y la raza justitas. Brindó también al cielo. Torerísimo Pablo, quiso hacer las cosas muy bien, recordando en muchos momentos a la escuela vazqueña sevillana. Hubo pasajes de enorme belleza, intentando el toreo natural, sin forzar, llevando hasta donde dejaba la cadera pero los límites del toro no dieron para más y nos dejó a las puertas de una gran obra. Arrancó la faena con una mano sujeta a las tablas del callejón y se fue saliendo al tercio con enorme gracia. Acompañó las embestidas, a la altura, sin levantar las telas, con temple, con su personal concepto. Toreó al natural a pies juntos. Todo muy marcado en sus tiempos hasta donde duró el toro. La estocada cayó incluso contraria pero certera y cortó una oreja.

Motivado y picado salía Aguado, que no quería perder la oportunidad de triunfar en la primera de sus dos tardes contratadas en El Puerto. Majadero fue violento, se quería quitar los trastos de encima pero Pablo volvió a mostrar esa otra cara peleona, técnica, para sacar provecho de este elemento. Lo intentó todo con capote y muleta. Lució cuanto le dejó el animal. El manejo de los toques y los terrenos, el espacio que debía darle, y que no parase, fueron las claves de su faena. Un toma y daca constante; tenía el triunfo en la mano y la espada le privó de irse a hombros. Una lástima que faenas del peso de la que hemos presenciado se queden sin el premio merecido pero ni el toro ayudó ni Pablo encontró el sitio en la suerte suprema. Todo quedó en una agradecida ovación.

El Puerto de Santa María (Cádiz). Sábado, 27 de julio de 2024. Primera de la Temporada Estival. Toros de Los Espartales (1º y 4º), sin excesivo celo, mansurrones que se dejaron; y El Parralejo, manejables, sin fondo los dos primeros. Midió mucho el cuarto y violento el sexto. El rejoneador Diego Ventura, ovación y oreja; Alejandro Talavante, oreja y oreja; y Pablo Aguado, oreja y ovación. Entrada: Media plaza. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Pepe Luis Vázquez y después sonó el Himno Nacional. Saludaron en banderillas de quinto Javier Ambel y Manuel Izquierdo.

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