La Feria del Toro de Pamplona la inauguró un novillo noble pero de poca humillación. Jarocho lo trató con suavidad pero sin apretar en demasía al novillo. El burgalés mostró su clásico concepto del toreo, acompañando los muletazos con la cintura y el pecho, en una faena emborronada con la espada y en la que atravesó el acero hasta en dos ocasiones.
Se desató un tormentón cuando Alejandro Chicharro se fue a los medios para iniciar la faena de rodillas al segundo. Prólogo interrumpido al arrancarle el novillo la muleta. El utrero de Pincha tuvo una movilidad sin entrega ni clase. Quien sí puso entrega fue Chicharro, a veces hasta más de la que mereció el novillo, como cuando se lo pasó por la espalda y sin espacio, siendo volteado sin consecuencias. Notable la actitud del madrileño, que falló donde habitualmente se muestra seguro: con la espada.
Y de la fuerte lluvia se pasó al diluvio antes de la salida del tercer novillo. Cuando Samuel Navalón asomó por el ruedo, por los tendidos ya no quedaba nadie del público, que se había resguardado en las gradas cubiertas del agua, que en ese momento caía a mares. El novillero de Ayora se mostraba al palco, pedía permiso, pero el presidente se mantenía impertérrito, como el alguacilillo -que aguantaba bajo la puerta de toriles- ante las ganas del joven espada de seguir adelante con el festejo. La autoridad se tomó un momento para decidir y mientras pasaban los minutos, peor pintaba el asunto porque no dejó de llover con fuerza. El ruedo se fue encharcando por segundos hasta ponerse impracticable para la lidia. La decisión más sensata fue la que se tomó: la suspensión del festejo.
Pamplona, viernes 5 de julio de 2024. Novillos de Ganadería de Pincha, justos de presentación, con más movilidad que entrega. Jarocho, silencio tras aviso; Alejandro Chicharro, silencio; y Samuel Navalón. Entrada: Tres cuartos de plaza. El festejo se suspendió por la lluvia antes de la salida del tercer novillo.
