Vargas Llosa nunca tuvo problema en mostrar su afición a los toros. En su obra hay numerosas citas a la tauromaquia. En el año 2010, el programa Tendido Cero emitió una larga conversación con el autor peruano bajo el título: "El Nobel más torero". En ella, Belén Plaza -actual directora del espacio televisivo- le preguntó por el origen de su afición, sus ídolos y su sentimiento del toreo.
"Crecí en una familia muy taurina, respiré en el aire desde niño. Todavía era un niño de pantalón corto cuando fui a mi primera corrida en Cochabamba. Pronto empecé a ver toros en Lima. Recuerdo faenas de los hermanos Bienvenida, que iban mucho a Lima, donde eran muy queridos. Inolvidables. Luis Miguel Dominguín, Rovira, Procuna, tengo admiración por muchos toreros pero quizá si tuviera que quedarme con uno sería Antonio Ordóñez".
Definía la tauromaquia como algo sensorial, por encima de la razón: "El toreo es algo que transporta, inefable... no es solo la belleza del espectáculo. Nos remite a ciertas situaciones existenciales, la condición humana se expresa entre la vida y la muerta que es nuestra existencia". Y destacaba la presencia del mundo en la literatura y en el cine, como en una de sus películas preferidas: "Sangre y Arena".
En plena vorágine prohibicionista en Cataluña, publicó un sublime artículo en El País en defensa de la tauromaquia: "Prohibir las corridas, además de un agravio a la libertad, es también jugar a las mentiras. Es una seña de identidad que no puede ser desarraigada de manera prepotente y demagógica".
En definitiva, un intelectual que ha ensalzado la tauromaquia durante toda su vida, como muestra recogió en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura con una montera de Curro Romero y no sólo ha hablado de toros en su obra si no que ha visto corridas por todo el mundo. En estos últimos años siguiendo a su paisano, primera figura del toreo: Roca Rey.