Justo el día en que la Feria de Abril en Sevilla cambiaba de signo, dejaba a un lado la clave torista para adentrarse en el concepto torerista, puro debate ideológico-taurino, en realidad teoría, pura carnaza de tertulia, porque sin toro no hay toreo pero sin torero no vamos más lejos, llegó El Juli, en realidad Don Julián, se recargó de inspiración, enfrió la cabeza, encendió el corazón, sintió que había llegado su día y se estableció, ahora sí, en lo más alto del toreo.
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